viernes, 22 de diciembre de 2006

Para que nunca más en Chile...



Me cuelgo de las palabras que emitió Cheyre sobre lo que todos tenemos muy claro, espero. Pero no quiero escribir sobre Pinochet, ni la Dictadura ni nada de eso, no de nuevo. Creo que eso no lo merece, salvo para sacar más trapitos al sol y que se haga justicia.


Quiero escribir un poco sobre otro muerto, uno que, debido al revuelo mediático que ocasionó cierto viejujo, los discursos, los honores, los degradaciones... todo eso hizo que se olvidara a un pequeño martir, martir del desamparo, de la absoluta despreocupación de los vecinos, de las autoridades... en fin, de toda una sociedad. Igor Barraza Salazar. El que ven en la foto.


Seguramente a nadie le suena, claro, ni Pinochet, ni Ugarte, ni Hiriart, ni mucho menos López. Pero los diarios nos llenaron de esos nombres. Bueno, les cuento, este pequeño niño de un año y seis meses fue encontrado muerto allá por Iquique, fue encontrado encerrado en su casa, muerto de... hambre. ¿Dónde estaba la mamá? se preguntará alguno, como yo lo hice. La mamá estaba muerta, así es, la mamá era drogadicta y dejó a su niño con un pan y un jugo, último atisbo de racionalidad y se fue para no volver, crisis de epilepsia dijeron escuetamente algunos medios. Lo peor, que el niño fue encontrado quince días después de aquel episodio. ¡QUINCE DÍAS!. ¿Nadie habrá escuchado los llantos del niño?, si los vecinos conocían la adicción de la mamá, ¿por qué no hicieron algo? a ese grado de despreocupación por el prójimo hemos llegado, ¿qué pasó con el sistema de salud y judicial en Chile, que se demoró tanto en identificar a la madre?, ¿acaso su pobreza y enfermedad devaluó su condición de persona?, ¿o acaso, fue la simple flojera de algún funcionario? Mientras pasen cosas así estaremos años luz del desarrollo. Ni siquiera estamos desarrollados como personas, no somos capaces de ser tocados por el llanto constante de un niño. Que triste vivir en una sociedad así, preocupada de gastar, de correr como hormigas tras el regalo consumista del momento, pero incapaces de preocuparse por el resto. Sí está bien, a gran parte de nosotros el consumo nos consume, me incluyo, pero que ojalá, cuando sea necesario que no nos consuma la despreocupación por el otro, el egoismo.

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